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IES LEGIO VII
Historia de nuestro centro

Por Nicolás Miñambres

 

"Legio VII". No pudo ser más afortunada la denominación para un Centro cuyo solar y emplazamiento se halla sin duda entre los de mayor antigüedad de España, aun cuando nuestro edificio actual tomara cuerpo arquitectónico en la penúltima década del siglo xx. En 1982 se inauguraba el edificio en el que todos, pero especialmente los alumnos, estamos pasando a buen seguro, los mejores años de nuestra vida.

... Pero... tenían que pasar muchos años desde el siglo XII-XIII (momento en que tenemos las primeras noticias del asentamiento originario de nuestro centro) hasta el año de 1982, en que se construye el edifico actual. No hay confusión en las cifras que acabo de citar. Los oscuros siglos medievales ya conocieron el asentamiento de los precedentes de nuestro edificio. Todo ello, sin olvidar que el subsuelo de nuestro patio mostraba, y esconde todavía para la historia, ricos documentos romanos, y no sólo exclusivamente de condición técnica como era la traída de aguas.

Pero dejemos el estudio del origen romano y tratemos de recordar los orígenes medievales. El Padre Risco, Bravo Guarida y Domínguez Berrueta han mostrado los documentos que avalan la existencia ya desde el siglo XII de un hospital, el HOSPITAL DE SAN FROILÁN, dependiente de los Canónigos de San Isidoro. Siempre el edificio de nuestro instituto mantuvo íntimas relaciones con la abadía. Y el Legio VII actual no perdió costumbres tan seculares. Nunca fue mala medida depender de clérigos, abades, canónigos, gente de tan docto saber, como la que esconde siempre la abadía. Ahí está todavía fresca la presencia de Manuel Viñayo, secretario eficiente, humanista e informático. Jubilado incluso, su presencia resulta esperada y necesaria en el recreo diario del centro. Le lleva a ello, la amistad, pero... ¿quién sabe si a lo largo de sus largos años de vida en la abadía de San Isidoro no se le ha ido insuflando el espíritu que siempre en San Isidoro se respiró?

Miguel Cordero del Campillo, en su espléndida obra La Universidad de León, de la Escuela de Veterinaria a la Universidad (León, Editorial Everest,1983) ha glosado con minuciosidad rigurosa todos los pasos que nuestro edificio ha seguido a lo largo de la Historia. El cuerpo fundamental de estas reflexiones mías no hubiera sido posible en buena parte de su elaboración, sin la obra del eminente catedrático leonés. Complementándolas, la información y los datos que gentilmente me han sido cedidos por Alejandro Valderas, permiten una reconstrucción de la apasionante historia de nuestro solar.

Fundación del convento de San Froilán

Pero volvamos a la Historia. Nuestro centro fue, en sus orígenes, como ya he recordado, un hospital fundado en el siglo XII, del que existe documentación del siglo XIII en la Basílica de San Isidoro. Parece ser que en las rigurosas noches de invierno, dicho hospital servía de alivio para los pobres que en él daban con sus ateridos huesos. Pero parece también que su comportamiento no se correspondía con el trato recibido. El padre Risco (en el capítulo "Fundación del convento de Religiosos Descalzos de San Francisco de León, según la memoria que se guarda en el archivo de la ciudad", de su obra Iglesia de León, y monasterios antiguos y modernos de la misma ciudad, 1792) escribe: (Los canónigos) " ordenaron se hiciese limosna en cierta forma de Hospital, que era recoger de noche en invierno doce pobres mendigantes, y dar a cada uno una libra de pan, y leña para calentarse, y cuatro o cinco camas".

Pero, "habiendo tenido relación dichos Prior y Canónigos, que en dicha casa se hacían algunas ofensas a Dios, con nota y escándalo, se resolvieron el año de 1597 de acoger en ella en lugar de los dichos pobres, algunos Frailes Descalzos de la Orden de San Francisco, dándoles la limosna que se daba a dichos pobres" (p.190). La permuta no

presentaba duda. Por malos que fueran los franciscanos... no iban a ser peores que los disolutos mendigos. De esta forma, los frailes Descalzos pasaban a ser a finales del siglo XVI, inquilinos provisionales del recinto y dueños y señores a partir de 1602.

Con todo, no está de más que recordemos las aportaciones de Alejandro Valderas respecto a todas estas complejas y delicadas cuestiones. La fundación del Convento de los Descalzos (antecedente arquitectónico de nuestro instituto) se atribuye, según Bravo Guarida, a fray Claudio de los Mártires, leonés que en los últimos años del siglo XVI, era provincial de la casa de san Pablo y tenía dos hermanos religiosos, uno de ellos canónigo de la Catedral y otro en el Cabildo de San Isidoro.

El Cabildo de la Catedral poseía una ermita, que tal vez sería la futura casa de Expósitos, en Puerta Castillo. Esa ermita será solicitada por fray Claudio de los Mártires para fundar un convento.

Ante la negativa, la petición se dirigirá al cabildo de San Isidoro (donde estaba su hermano Diego de Vega Lorenzana) solicitando acogerse al hospital de san Froilán, queriendo fundar convento en León. El cabildo, en acta de 25-X- 1596, acuerda cedérselo por cuatro años, junto con la huerta. En esos cuatro años, los Descalzos se caracterizan por su asistencia, espiritual sobre todo, a los enfermos de peste, frecuente en ese momento. No hay que olvidar que la peste, por estos años, constituyó un gravísimo problema de salud pública y de mortandad. Por los documentos sabemos que la ciudad de León padeció peste por los años 1568-69,1589 y la más grave entre 1597 y 1599. Pérez Moreda (La crisis de mortalidad en la España interior, siglos XVI-XIX, Madrid, Editorial Siglo XXI,1980, pp.257-270) considera que la crisis más aguda abarcó los años 1596-1602. A la crisis de enfermedad se unió una crisis de malas cosechas, especialmente en 1599.

El 3-VIII-1601, el obispo de León Juan Alonso de Moscoso, les concede a los Descalzos el uso indefinido del Hospital. Todo ello supone también la cesión de la limosna semanal de San lsidoro para los pobres del hospital ("una limosna muy considerable" aclaran los documentos). La cuestión de la limosna debió plantear serios problemas, como se comprueba en 1793, momento en que tal limosna no se paga por la enemistad entre los dos conventos, lo que provoca un pleito en 1797, que se resolverá en 1817.

En 1602, el Patronato del nuevo convento es traspasado de San Isidoro al Rey, lo que provocará graves problemas entre los dos conventos. Nunca quedará clara la relación entre ellos. Parece que existe por parte del Rey un deseo de alejar al nuevo convento de su protector, San Isidoro.

La importancia del acuerdo se comprueba en que en la visita que el Rey Felipe III hace a León, una de sus visitas es a los Descalzos. En toda la operación parece que tuvo importancia actuación del Duque de Lerma, con intereses familiares en miembros del convento de los Descalzos de Valladolid. Las referencias y aportaciones de Alejandro Valderas muestran bien a las claras el afán de independencia que el Duque de Lerma buscó para los Descalzos, así como el afán de nepotismo que siempre caracterizó al valido.

Tenemos pruebas documentales de la actuación de los Descalzos en nuestra ciudad, como lo es la celebración de las fiestas celebradas en 1622 con motivo de la beatificación de su fundador San Pedro de Alcántara, momento en que piden a San Isidoro que hagan repicar las campanas la víspera y el día de la fiesta.

En 1655, el Ayuntamiento de León da limosna a los Descalzos para que hagan una imagen de San Pedro de Alcántara. En 1669 se celebra la canonización del santo con una novena en la Iglesia de los Descalzos. A la ceremonia no asiste San Isidoro, por haber sido relegado al tercer día. Abundan también las predicaciones de los Descalzos

A la ceremonia no asiste San Isidoro, por haber sido relegado al tercer día. Abundan también las predicaciones de los Descalzos

Funciones docentes

La orden tenía establecido en el Convento de León uno de sus Colegios, donde los frailes cursaban los primeros años de educación superior, que continuaban probablemente en las Universidades de Salamanca y Alcalá, a través de los Colegios mayores de las órdenes franciscanas. Todo ello demuestra que el centro constituía un centro académico de elite para el momento, destino académico que se mantiene en la actualidad.

En 1793, sabemos la dotación humana del Colegio: Dos lectores de Teología, el maestro de estudiantes con pasante y 13 colegiales. El comento servía además para enviar frailes a las misiones. Sin duda, estaba en relación con el Colegio la Librería del Convento. De la dependencia tenemos también importantes referencias. En 1739, cuando se intenta la construcción de la tercera planta del edifico, la biblioteca se iba a situar en la fachada sur, fachada principal del edificio. Aunque no conocemos sus fondos bibliográficos en ese momento, sí tenemos referencia de ellos por los datos que proceden del expolio hecho entre 1837 y 1842. De ella pasaron a la Biblioteca Provincial, entonces creada, 65 libros encuadernados en pasta, 256 encuadernados en pergamino y 3 libros de coro encuadernados en tabla.

De la importancia de los estudiantes del Colegio de San Froilán da idea la referencia del Padre Isla en su Fray Gerundio: "Que había defendido en el Colegio de san Gregorio de Valladolid, un hermano del rico de Campazas que, habiendo sido primero colegial del Insigne Colegio de san Froilán de León, el cual tiene hermandad con muchos colegios menores de Salamanca". Aquellos estudiantes a los que sin duda bien conocía en la ciudad del Tormes el Padre Isla, utilizando por aquellos años su gracioso y casi desconocido pseudónimo de Juan de la Encina. Con él, desde el Fresnal del Palo - nombre en que ha convertido su celda monacal - rebate con suprema gracia toda la sarta de majaderías médicas aparecidas en letra impresa en la ciudad de Segovia.

Edificios del convento

Los Descalzos heredan de San Isidoro los edificios del Hospital, si bien parece que realizan pronto obras en él. Al solar de San Isidoro, más la Huerta extramuros de la Era del Moro, añaden en 1602 un solar que les cede el Ayuntamiento. Hacia 1693, el edificio se extiende por el este, perjudicando el castillo, cuyo alcalde se queja al rey. Antes de 1739 ya han ampliado el edificio comprando a San Isidoro unas casitas que había en la calle de la Abadía y en ellas hacen la panera. En 1792, obtienen del rey un trozo del castillo, que es derribado para ampliar la Iglesia.

La estructura arquitectónica ha ido lógicamente variando con los años. El acondicionamiento del Hospital para Convento supone diversas obras. Así, antes de 1683 San Isidoro se queja de que los Descalzos han rodeado el convento con tapias tan altas como los conventos de monjas de clausura.

El convento se componía de cuatro alas, formando un rectángulo con patio en el Centro. El ala Norte, sobre la muralla, estaba formada por las celdas. La Oeste eran las celdas y panera. La sur, estaba formada por la Biblioteca, el refectorio y la portería. El ala Este estaba constituida por la Iglesia y su atrio.

En 1739, se sube una tercera planta a las alas Norte Sur y Oeste, siendo dirigida la obra por Fray Lorenzo de Santa Teresa, "maestro arquitecto" y religioso del convento, que en 1740 aparece dirigiendo la reparación de la Iglesia de los Descalzos de Castroverde de Campos.

La Iglesia

La primera noticia que encontramos es de 1655, momento en que piden dinero al Ayuntamiento para obras en la Iglesia. Hacia 1693 es ampliada, o más bien, cambiada de lugar, apoyándola sobre el castillo vecino. Estaba entonces dedicada a San Pascual Bailón, franciscano descalzo canonizado en 1690. En una descripción del edificio en 1739, se dice que la Iglesia tenía un pórtico y estaba al extremo Este de la fachada actual, lindando por un lado con la Portería del convento y por otra, con el castillo.

En 1792, se comenzó a edificar el edificio actual, único que sobrevive del convento, ocupando el solar del anterior y un trozo del castillo que fue demolido con permiso Real y en el que queda alojada la nueva iglesia. Hubo pleito con San Isidoro, que se oponía a la nueva construcción, pero que se hizo.

Es un edificio con bastante solidez, según dice Madoz, y según se comprueba después de asistir al abandono en que ha perdurado hasta el momento. El edificio (de cruz latina, con nave muy alta, con materiales de ladrillo y decorados "a lo morisco" y bóvedas con yeserías del estilo de barroco final) es similar a los templos hechos en los años 1780 y 1810 en León y alrededores, en estilo neoclásico, impulsados por el obispo Quadrillero. Similares a nuestra iglesia de los Descalzos son las parroquias del Ferral y Oteruelo de la Valdoncina, obra de Francisco Rivas, así como las de Trobajo del Camino y San Andrés del Rabanedo, de la misma época, pero de arquitecto desconocido.

De Francisco de RIVAS, probable arquitecto de nuestra iglesia, conocemos varias obras: El Hospicio de León, hoy derribado, planeado en 1786 y finalizado en 1791. La Iglesia del Convento de San Francisco (1763-1791), la espadaña de la iglesia de Villabalter, la Iglesia de Oteruelo de la Valdoncina (1790), las trazas de la de Villamuriel de Campos. Hizo también obras menores como el coro de la Iglesia de San Martín de León (1782) y la reja del atrio de la catedral (1800).

En 1802, el convento se incendia y los frailes con sus enseres se refugian en San Isidoro que, como casa madre, les acoge y les mantiene un tiempo. Se inicia así el siglo XIX, que es, como para tantos edificios españoles, una etapa delicada. La guerra de la Independencia, de todos es sabido, fue momento de atrocidades humanas y arquitectónicas.

Convirtió al Panteón de los Reyes de San Isidoro en caballerizas de los franceses y los manuscritos y códices del archivo de la catedral de Astorga en el combustible más cómodo para el calentamiento de los gabachos, dado que aquellos tesoros estaban más a mano que los bosques y arboledas del Teleno. No se libró el Monasterio de los Descalzos que quedó convertido en hospital y cuartel.

Pero no acabaron ahí las tribulaciones del monasterio. La Desamortización de Mendizábal en 1836 tuvo su reflejo igualmente en nuestro solar académico. Un documento casi desconocido (que me ha sido facilitado por la gentileza del archivero Taurino Burón) deja bien a las claras el estado en que se hallaba el edifico así como los muebles y enseres que albergaba. El documento se halla depositado en el ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, Sección Clero y entre otros muchos enseres incautados, documenta las siguientes dependencias: huerta y jardín, cocina, bodega, "De profundis", Refectorio, oficina refectorio, Hospedería, sastrería, tránsito o escalera, 2' hospedería, librería, claustro, oficina de la madera, portería y anteportería, panera, cuadra (con tres caballos, uno ciego), pajares, corrales, Biblioteca, Pinturas (Iglesia, sacristía). El convento consta de dos altos triangulares y un pequeño claustro alto y bajo de 36 celdas y varias habitaciones.

Los enseres de la Iglesia quedan igualmente descritos: un retablo pintado y dorado, un crucifijo de bulto grande, San Froilán, San Antonio, Santa Rosa, Nuestra Señora de la Concepción, crucifijo, cuatro candelabros de bronce, un atril. Aparece incluso la valoración de algunos objetos: el reloj de la comunidad ...................140 reales; Crucifijo con su cruz........................... 20 reales; Cuadro de la Virgen del rosario........... 9 reales.

El investigador leonés, Alejandro Valderas completa con detalle las consecuencias y tropelías de este expolio:

  • Después de la Desamortización, pasan al Museo Provincial 21 cuadros de temas religiosos y otros objetos son vendidos ese mismo año: altares, pinturas, ornamentos de altar, objetos de plaza, etc. Un lote de objetos pasó a otras iglesias para el culto, así la imagen de San Pedro de Alcántara, hecha en 1655, y un crucifijo grande del siglo XVI, tal vez único resto del Hospital de San Froilán primitivo pasaron a la cercana Parroquia de San Juan y a San Pedro de Renueva, que pertenecía al patronato de San Isidoro. En la actualidad, ambas imágenes están en la Iglesia de Renueva. Desolado y sombrío debió de quedar el convento de los Descalzos. No es extraño que el edificio pasara desapercibido en las crónicas costumbristas que por aquellos años elaborara sobre León el romántico berciano Gil y Carrasco. No escaparon a su atención (y de ello quedó bella muestra en sus artículos aparecidos en la Semanario Pintoresco Español) los edificios de la Iglesia y Panteón de San Isidoro, ni el Palacio de los Guzmanes, ni San Marcos de León. Ni, por supuesto la pulchra leonina.

    Si la catedral produjo en el escritor berciano los mejores arrebatos de misticismo estético que un romántico podía soñar, el León destruido por la barbarie y la desidia provocó igualmente honda y desolada tristeza. Claramente lo refleja en Bosquejo de un viaje a una provincia del interior: "Amargura y no poca destila en cualquier pecho la tendencia de una época que osada y vanagloriosamente se apellida la de las luces y que cuando no las apaga con el soplo helado de la demolición, las deja por lo menos extinguirse en las tinieblas del tiempo y de la destrucción que siempre camina en pos de él. León es un triste teatro de este espíritu vandálico".

    Fundación de la Escuela de Veterinaria

    Pero el Destino lo había elegido a nuestro edificio de los Descalzos para grandes empresas académicas. Y éstas iban a tener continuación rigurosa y permanente. En 1852 se crea la ESCUELA DE VETERINARIA, que hallará alojamiento en el Hospital de San Marcos, edificio que para Gil y Carrasco en ese momento, "la sensación que produce en el día es triste por demás y aun amarga...". Miguel Cordero del Campillo en su obra citada en las páginas anteriores sobre la universidad leonesa, explica con profundidad todo el proceso y justifica de forma admirable en el capítulo 2 del libro el porqué de la elección de nuestra ciudad para impartir esos estudios.

    En el edificio de San Marcos coincidiría con el Instituto de Segunda Enseñanza, creado en 1846, y que inicia sus actividades en el Seminario de San Froilán. Es el momento en que se crean los primeros institutos de España, y cuyo ciento cincuenta centenario se celebra este año. La prensa ha dado noticia precisa de los grandes institutos madrileños, como son el Instituto de San Isidro (centro en el que figura el expediente de Bachillerato del Rey Juan Carlos) o El Instituto Cisneros. Y no conviene olvidar que nuestro centro ofrece méritos equivalentes a centros de tanto renombre.

    Pero la convivencia de ambos organismos no se rige precisamente por la armonía. En 1859, la llegada de los jesuitas provoca la primera emigración de los centros académicos. El Instituto se instala en la Calle Pablo Flórez, detrás de Santa Marina, y la Escuela se aloja en nuestro edificio de los Descalzos, del que en ese momento de mediados del XIX escribe Cordero del Campillo:

    " Un edificio construido de paredes de tapial, cuya fachada principal miraba a la plaza, constaba de dos pisos y medía unos 55,5 metros. Al lado izquierdo tenía amplios portones, quedaban acceso al patio. Otra parte, de planta baja discurrría hacia la calle de la Abadía, formando con la anterior un ángulo muy abierto, para seguir después hacia la muralla. Por el este, cerraba el solar la iglesia, construida en ladrillo, con planta de cruz latina. Al lado estaba la cárcel, que empalmaba con el arco de Puerta Castillo o de san Pelayo. Esta iba a ser la nueva sede de la Escuela de Veterinaria" (p.50).

    Según documenta Cordero del Campillo, después de ciertas obras burocráticas, en abril de 1860, las obras están terminadas y el 26 del mes de octubre se encarga la entrega del edificio. Las dependencias (de acuerdo con la Memoria, descrita por Cordero en su obra citada) eran las precisas para aquella época." Más una capilla y locales -escribe el investigador leonés- que, con poco gasto, podrían convertirse en colegios de internos". Además, (añade la Memoria según cita Cordero del Campillo) la Escuela disponía de un modesto botiquín. La Biblioteca disponía de 102 obras de Veterinaria, 112 de Medicina, 6 de Historia Natural, 29 de Agricultura, 4 de Física, 13 de Química, una de Físico-Química, 17 de Historia y 6 de varias materias. Y termina su informe bibliográfico Cordero del Campillo: "Con las suscripciones a publicaciones nacionales (ocho) llegaba a completar 834 volúmenes" (p.53).

    La llegada de la II República supone un nuevo cambio. Por un Decreto del 6 de octubre de 1931 y la orden Circular del Ministerio de la Guerra, se cedía al Ministerio de Fomento el edificio de San Marcos, coincidiendo con el Depósito de sementales. Y, finalizada la guerra, de nuevo, los Descalzos de la Plaza de Santo Martino deben servir de regazo académico para la Escuela: El 31 de mayo de 1939, se reúne el claustro y solicita el viejo edificio de la plaza de Santo Martino.

 

En 1940, recién finalizada la guerra, la autoridad militar entrega el edificio de los Descalzos, con el compromiso además de invertir 80.000 pesetas en la construcción del pabellón adosado a la muralla. La idea de dotarlo de tres plantas habrá de modificarse, reduciéndola a dos, habida cuenta de que la muralla era monumento nacional. Esta sería la feliz idea que permitiría la conservación de nuestra muralla, limpia y clásica como quedaría una vez que las obras de 1982 derribaron el Pabellón adosado. Muralla que, si bien maniata a nuestro patio, lo convierte a la vez en el patio más histórico de los institutos españoles. Váyase una cosa por la otra. Y en el edificio quedaría instalada la escuela hasta el momento de su inauguración, en 1947, en el Paseo de Papalaguinda. El claustro del 2 de octubre de 1946 comunica el traslado del Instituto Femenino al local abandonado por la facultad de Veterinaria en la Plaza de Santo Martino. No es extraño que el edificio resultara inhóspito y que exigiera algunas mejoras, como sería la construcción del pabellón Oeste.

 

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